Lisbeth ha sido operada de urgencia. Sus
heridas son graves pero es una chica fuerte. Un experto cirujano salvará su
vida y tras pocos días recobrará con consciencia. Sus amigos están con ella
aunque no puedan verla. Su régimen de visitas has sido restringido y pocas
personas pueden acercarse. En otra habitación del mismo hospital se encuentra
su padre, en recuperación. Sus heridas aunque graves, no han puesto en peligro
su vida. Lisbeth no es la única que quiere ver muerto a su padre, pero la ley
se ha vuelto en su contra y no puede meterse en más líos, que acaben otros lo
que ella ha comenzado. Mikael ha
contratado a su hermana la abogada para que asista a Lisbeth, pero no es la única
ayuda que le brindará. Mikael encontrará las personas necesarias para que
provean a Lisbeth con los instrumentos que ella mejor sabe usar para que pueda ayudar
a la abogada a preparar su defensa. La especialidad de Lisbeth es la de
encontrar los trapos sucios de los demás. En esta ocasión sus habilidades supondrán
la diferencia entre una sentencia a su favor o una sentencia que la condene a
vivir toda su vida en una institución psiquiátrica. Obviamente eso es lo que
espera el fiscal general, siguiendo las órdenes de la Sección, viejas glorias
de una época en la que unos pocos mandaban desde la sombra. Pero la Sapo ha
cambiado, ahora en ella también existe gente honesta que intenta hacer de su
trabajo el futuro de la nación. Y esas personas serán las que marcarán la
diferencia entre un estado abocado al desastre o una nueva esperanza para los
ciudadanos que hasta ahora no han tenido ninguna ayuda por parte de nadie.
Silvia