En esta ocasión el agente deberá
enfrentarse con su propia muerte. Herido de bala durante una misión secreta,
desaparece por un tiempo esperando no volver a ver la sede central de
inteligencia inglesa ni a ninguno de sus miembros. El ataque al cuartel general
y la posible amenaza que un loco ex agente lanza sobre la cabeza de M lo
obligan, como buen profesional, a volver a Londres y presentarse al servicio de
su majestad para poner a salvo a M y a otros agentes desperdigados por todo el
mundo. El retorno a su Escocia natal, lugar elegido para prepararse para el
ataque de los malvados, afectará profundamente a la sensibilidad de Bond que
durará tan solo unos segundos ante la belleza de su casa natal y de los
hermosos paisajes de su infancia. La batalla final será ardua con alguna escena
imprevista que causará numerosas bajas importantes entre los buenos inaugurando
un nuevo inicio que dé paso a agentes más jóvenes y frescos, que pondrán en
entredicho también la continuidad de James Bond. Un agente, como siempre
impecable, representado majestuosamente por un Craig al que le sienta el papel
tan bien como los caros trajes que luce en sus películas y que esperamos conserve
todavía durante alguna entrega más.
Silvia
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