Poco separa al libro de la película. A pesar
del tiempo transcurrido entre el momento en el que se puso por escrito esta
historia y nuestros tiempos no podemos decir que mucho hayan cambiado las cosas.
Las clases sociales ya difuminadas han conservado todavía lo peor de lo que las
diferenciaba. Entre estas malogradas diferencias podemos contar con el egoísmo,
la indiferencia, la irresponsabilidad que clasificaban a la burguesía alta. Ya
nada queda de las consciencia que las convertía en el impulso fundamental de desarrollo,
nada queda de ello, sólo queda lo peor, lo más odiado y repudiado, la
injusticia que el poder les otorga y que con sus sucias manos ponen en acto y
sobre todo defienden como si de una prerrogativa toda suya se tratase. Ninguna
oportunidad tendrá en este mundo y evidentemente en los mundos futuros, el hijo
de un obrero. De un trabajador, de un pobre hombre a fin de cuentas. El futuro
y sobre todo el presente esta en manos de los hijos de los poderosos aunque
nada tengan que ofrecer, el mundo está en sus manos para jugar con él,
moldearlo según sus caprichos y sobre todo abandonar y dejar de lado todo lo
que consideren un juguete demasiado usado.
Silvia