Cuando un director de la talla de Ridley Scott está a punto
de cumplir los 75 años, puede permitirse el lujo de dirigir lo que le de la
gana porque ya no tiene nada que demostrar a la industria del cine. En este
caso, vuelve a retomar el sobreexplotado tema de Alien, que ya vimos en El
Octavo pasajero (1979), en sus tres secuelas, en las dos películas contra
Predator, en comics y en videojuegos.
Scott ha sido a lo largo de su carrera un director
irregular, capaz de obras maestras como el primer Alien o Blade Runner; buenas
películas como Black Rain, Gadiator, Thelma y Louise o American Gangster; otras
que aunque decentemente dirigidas no pasarán a la historia del cine como El
Reino de los Cielos o Un Buen Año, y películas malas como Legend o La Teniente
O’Neil.
En este caso, Prometheus no es ciertamente una obra maestra,
pero tampoco puede colgársele la etiqueta de mala. Con la excusa de hacer una
precuela de Alien, volvemos a embarcarnos en una nave espacial, solo que esta
vez en lugar de tratarse de Nostromo y sus siete tripulantes humanos, se llama
Prometheus y lleva a una expedición de científicos que buscan el origen de la
humanidad siguiendo un mapa estelar basado en diversas muestras artísticas
halladas en diferentes partes de la Tierra. Para ello se embarcan en un viaje
que los llevará a un planeta lejano en la navidad de 2093.
Diversas cosas llaman la atención, como que al aparecer el
globo terráqueo, sea Europa y Asia lo que se muestra, pues acostumbrados a las
películas estadounidenses en las que es América lo que siempre aparece
reflejado en el globo, y al igual que esta puede considerarse de factura
americana, de este modo se nos recuerda el origen británico del director.
También destaca la evolución de la medicina, o tal vez de la
anestesia, a la hora de realizar intervenciones en la nave. Y la buena formación
interdisciplinar de los que viajan en la nave, que lo mismo saben de medicina,
como de arqueología o de física.
En ocasiones recuerda al film de 1979 en la lucha por la
supervivencia llevada a cabo por su protagonista, la arqueóloga que descubre
este mapa estelar, así como algún que otro guiño argumental vinculado con las
aventuras de la Teniente Ripley.
A diferencia del Nostromo con sus siete tripulantes, esta
nave porta a más pasajeros. Sin embargo se centra la descripción de los
personajes en los principales:
El papel de la arqueóloga está convenientemente defendido
por Noomi Rapace, y la directora de la expedición es una bastante convincente
Charlize Theron. El androide David, interpretado por Michael Fassbender también
merece mención, pero el que más habría que destacar sería al capitán Janek,
interpretado por Idris Elba que como siempre logra un personaje brillante a
pesar de ser un papel secundario.
Irene
Irene
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