Prometeo, el titán protector de la civilización humana, da
título a la nueva película de Ridley Scott y nombre a la nave que trasporta en
su interior a un equipo formado por científicos, que convencidos de haber
encontrado el origen de la humanidad, se embarcan en un viaje por el espacio en
busca de sus creadores. Sangre, Adn, sacrificio, fusión con la naturaleza dan
inicio a la aventura de los doctores Shaw y Holloway que tras dos años de criogenización
llegarán a su destino. Un planeta nuevo, hostil, en el que la atmósfera no les
permitirá respirar sin equipos adecuados, les acogerá en sus investigaciones
científicas en las que no faltarán los elementos bíblicos mezclados con el
escepticismo ante el descubrimiento de un imposible que se mostrará ante sus
ojos humanos e ingenuos. Ante el esplendor del descubrimiento, las fuerzas de
una naturaleza desconocida, las emociones encontradas ante sueños reales, el
sentimiento humano del reencuentro con sus dudas más íntimas en conjunción con
la fragilidad de la vida y el inquebrantable paso del tiempo, los deseos de
respuestas verán por fin y quizás, colmadas sus esperanzas, ante la creación
del bien y del mal, del pasado y del futuro en un presente unido a una búsqueda
casi mística que se convertirá en una imagen terrenal y real ya que, y en
palabras de un tripulante, las cosas grandes tienen inicios pequeños. El
comienzo, querido y buscado o provocado e inesperado darán lugar a dos vidas
diferentes pero depredadoras, creadas con un objetivo convertido en una
pregunta sin final que podría convertirse de forma inesperada en el Apocalipsis
de la civilización.
Silvia
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