LIBRO: La princesa prometida (The princess bride), William Goldman (1973)
PELÍCULA: La princesa prometida (The princess bride), Rob Reiner (1987)
Normalmente, después de leído el libro, la película basada
en éste puede decepcionar. En raras ocasiones sucede a la inversa, que después
de vista la película, el libro no está a la altura de las expectativas, como me
sucedió con El Padrino de Mario Puzo o El Último Mohicano de James Fenimore
Cooper.
En esta ocasión, tanto el libro como la película son muy
buenos, y puede tanto leerse el libro y después ver la película como hacerlo al revés,
que ninguno decepciona después de haber experimentado el otro. El truco es muy
simple, y debería de hacerse más a menudo: el autor del libro es el guionista
de la película.
Hay ligeras diferencias, como diferentes escenarios, que en
el libro es menos idealista con Buttercup (que lo que tiene de bella lo tiene
de boba), o el final, que no es tan feliz como en la película. Pero estos pequeños cambios no suponen
un inconveniente, sino que aportan diferentes matices a una misma historia.
La aventura de La Princesa Prometida transcurre en el reino de Florín, un supuesto país
europeo donde tiene lugar la historia de Buttercup y Westley, los
protagonistas, quienes nos demuestran que “el amor es lo mejor del mundo, después
de los caramelos para la tos”. Pero la pareja protagonista es quizá lo menos
interesante de esta aventura. Y es que, tanto después de ver la película como
tras finalizar el libro, a quien realmente recordamos es al espadachín español y
su famosa frase: "Me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a
morir".
Lo mejor de la historia radica en sus personajes secundarios:
el ya nombrado Iñigo y sus intentos por vengar a su padre, el príncipe
Humperdinck con su obsesión por la caza y la guerra contra el vecino país de
Guilder, el traidor conde Rugen, la astucia de Vizzini el siciliano, la fuerza
de Fezzik el turco, el albino encargado del Zoo de la Muerte y el Milagroso Max
y su píldora de la resurrección.
Quien ya haya visto la película o leído el libro, debería
volver a hacerlo. Y quien no lo haya
hecho nunca, debería corregir ese error inmediatamente y salir corriendo a
buscarlas sin más escusas, pues “las excusas son el refugio de los cobardes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario