Scout ya ha crecido, ya se ha convertido en
una mujer adulta y vuelve al pueblo a visitar a su ya anciano padre. Atticus
está enfermo, cansado, pero su espíritu sigue siendo el del hombre intachable
que todos conocen y admiran. Pero Scout ya no es la niña que vivía con Atticus,
vive y trabaja en Nueva York añorando a su pueblo natal. Scout esta confundida,
no sabe que hacer, la vida en Nueva York no la entusiasma y echa de menos el
lugar en el que creció, a sus amigos de antaño y todo lo que rodea a la
infancia feliz que allí vivió. Quizás los recuerdos de Scout estén algo empañados
con una perspectiva infantil, quizás ya no sea capaz de comprender ciertas
cosas pero la nueva deriva del comportamiento de su padre provoca en ella una distorsión
total de los valores que había aprendido de su mano. Todo parece desmoronarse,
nada encaja y Scout decide tirar la toalla y volver al mundo en el que se hasta
ahora se había sentido incómoda. Abandonar la seguridad que le proporcionaba su
familia y volver a la fría ciudad. Un capricho, un delirio, una incomprensión
tal vez que ha afectado tan profundamente el ánimo de la muchacha que no verá más
solución que la de escapar y olvidar lo que deja atrás. Sin lugar a dudas esta
obra es un mero ejercicio de escritura, sin la profundidad que nos ofreció la
obra posterior y la única publicada hasta el momento por su autora, estamos
quizás ante un ejemplo de algo que nunca debería de haber salido a la luz.
Silvia
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