Un hombre que se ocupa de asuntos
sucios viaja a España para ocuparse de uno de ellos. En su recorrido por el país
diversas personas le irán entregando una caja de cerillas, siempre de la misma
marca, con una pista escrita en un diminuto trocito de papel que se tragará una
vez leído. Todos y cada uno de los personajes le preguntarán si habla español,
y en realidad no lo hace porque en casi todo el filme apenas oímos su voz un
par de veces. Por otra partes,
estos informadores entablarán las más variadas conversaciones, tocando un tema
cada uno, desde la música, el cine, la ciencia, el peyote. Parece que todos están
ansiosos por profundizar en una relación que apenas dura cinco minutos ante la
apatía del interlocutor. Este desconocido recorrerá España tomando dos cafés
expreso en dos tazas separadas y contemplando los acontecimientos esperando el
final de su gran aventura. Una película difícilmente clasificable, quizás se
puede decir que es un drama pero su aspecto principal, el que no deja lugar a
dudas, es su gran capacidad para sacar bostezo tras bostezo al espectador a pesar de tener un cartel interesante.
Silvia
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