lunes, 7 de octubre de 2013

SPIRIT, EL CORCEL INDOMABLE (Spirit stallion of the Cimarron) - Kelly Asbury y Lorna Cook, 2002

Un caballo sin nombre, que ni falta que le hace porque es un caballo, es víctima de su propia curiosidad cuando se aleja de su manada para investigar sobre los humanos que hay en su territorio. La trama es bastante simple, y hace que me surgan un par de reflexiones:
SPIRIT VS EL REY LEÓN
Una no puede evitar compararla con otra película de animales, el Rey León. En ambas existe una más o menos leve humanización de los animales, para que el espectador se pueda identificar con los personajes y sea más fácil al público infantil entender los hábitos de comportamiento de las especies representadas.
Puestos a comparar esta humanización, en el Rey León los animales hablaban como si tal cosa, y a pesar de esto era bastante creíble. Sin embargo aquí no hablan, aunque podemos escuchar sus pensamientos, y aun así no es creíble.
EL CORCEL DOMABLE
A pesar del título, el caballo es domado tres veces a lo largo de la película:
1. Por el coronel maligno – lo amarra, lo deja sin comer ni beber atado a un poste, a las inclemencias del sol, hasta que es capaz de montarlo y que responda a sus órdenes. Este proceso de doma, así como la actitud del resto de los caballos del pelotón, son una imitación del Sargento de Hierro, la Teniente O´Neil, Oficial y Caballero y todo este tipo de subgénero relacionado con la dureza de la instrucción militar. El coronel maligno incluso se permite el lujo de dar una arenga a sus hombres sobre el caballo domado. Después el caballo se rebela, pero la arenga ya está dada.
2. Por el indígena coleguita – a diferencia del soldado maligno, el indio no lo amarra ni se impone a él para hacerse respetar, sino que interactúa con él e intenta comprenderle. Eso si, después de amarrarlo a la yegua que ya tiene previamente domada.
3. Por la yegua del indígena coleguita – y es que tiran más un par de tetas… Aunque en este caso sea una ubre con dos sistemas caniculares.

En definitiva, que en lugar de involucrarme en la trama y admirar las imágenes, como suele suceder con el Rey León, me pasé toda la película pensando: "anda, mira: un caballo con cejas!"
Irene

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