miércoles, 11 de noviembre de 2015

Canción de hielo y fuego: Danza de dragones de George R. R. Martin. (A Dance with Dragons, 2011)



Nada puede frenar la codicia de los hombres. Reinas mentirosas contra reinas ambiciosas. Hombres de religión que buscan la verdad aplastando a los pecadores bajo el yugo de la redención. Penitencias largas y dolorosas, mujeres humilladas ante los ojos de la multitudes mientras que otras, rescatadas de sus errores, observan ante sus telares el dolor de las menos afortunadas. Pero nada se aprende del pasado, solo las ansias de venganza sobreviven. Una enfermedad que golpea el pecho de los ricos y de los pobres como si nada más allá de los deseos humanos más bajos contase ya en este y en otros mundos. Una largo viaje para conocerse a sí misma, para olvidar lo que fue y enfrentarse a la realidad con ojos nuevos. Una niña valiente pero asustada, perseverante, que no se rinde ante las dificultades, matando para sobrevivir pero también para demostrar su valía. Un enano que no contaba nada pero que se ha convertido en un preciado objeto para los muchos mercenarios que siguen un camino concreto, el de la reina dragón. Una niña desvalida que busca amor entre los brazos equivocados y encuentra la razón entre los brazos de sus asesinos. La dragona que ha perdido a sus hijos intentará recuperarlos por la fuerza de la necesidad por los hermosos valles de hierba de sus hermanos de sangre. Ciudades en llamas, perdidas en si mismas, compuestas por hombres crueles que no renuncian a sus tradiciones. Fuego y sangre para resistir a los cambios, dolor y sufrimiento para imponer una ley ancestral que a nadie convence ya. Un niño, un joven con el corazón de un león, heredero de alta cuna, con la mano duro y el alma blanda, un joven que trata de crecer demasiado prisa, el tiempo se ha agotado, pero una mano roja que lo ayuda en la oscuridad no podrá evitar, que las manos negras se ciernan sobre su perdición. 
Silvia

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