Una historia enmarcada por una isla, Sicilia, un lugar en el
que sus habitantes viven de forma sencilla y anclada en sus tradiciones, el mar
y el turismo, que les permiten vivir modestamente el día a día. Pero el mar es
cruel y cuándo la pesca empieza a desparecer y el turismo se convierte en la única
esperanza de supervivencia , las cosas no pueden sino empeorar, cuándo el mar
trae lo que nadie desea, hombres, mujeres, niños que buscan una vida mejor y un
poco de dignidad, los clandestinos. La antigua ley del mar, la más respetada
por todos, que no consiente que nadie de la espalda a un náufrago, tendrá que vérselas
con la ley de la tierra firme, la ley de los hombres que impide que los
pescadores ayuden a los supervivientes de las embarcaciones hundidas. Una ley
cruel que obliga bajo pena de incautación, de privación del único medio de
subsistencia, el embargo de la propia nave. En estas condiciones, Filippo, su
madre y su abuelo, ayudarán a un grupo de clandestinos entre los que se
encuentra una mujer embarazada y su hijo, a los que ayudarán y ofrecerán cobijo
desde el principio hasta el fin. Al mismo tiempo, acogerán en su casa a un
grupo de jóvenes turistas italianos que ejercerán su encanto sobre el solitario
y joven Filippo, el hombre de la casa, que cómo tal, tomará decisiones que no
competen a su condición de adolescente pero que demostrará una madurez y una
valentía que reforzarán su papel como eje y ancla de la familia. Una triste y
real historia de sufrimiento y lucha para alcanzar una orilla que pueda ofrecer
una existencia digna y que nos recuerda la futilidad de la vida, provocando
menosprecio hacia nuestras pequeñeces y hacia nuestros insignificantes pseudo-problemas
cotidianos cuándo nos encontramos con la muerte y la desgracia verdadera de
vidas que en este mundo, no valen nada, no cuentan nada.
Silvia
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