Tres jóvenes amigos que se dedican a vagabundear y trabajar
en algún bar, alquilan dos habitaciones en casa de una mujer de mediana edad.
La mujer practica opera de Pekín todas las mañanas al alba causando ciertas
molestias a los jóvenes así como ciertas normas muy rígidas que deben seguir
para poder vivir en la casa. Estos muchachos, curiosos por naturaleza,
descubren en el garaje un coche destrozado que pronto descubrirán a quién pertenece
y porque esta ahí. Con su afán de meterse siempre en lo que no les importa, irán,
poco a poco, conociendo a la mujer y la relación puramente comercial que se había
establecido entre ellos, se convertirá poco a poco en una relación casi filial.
Un compromiso mutuo en la que la dos partes de beneficiarán de la otra hasta
llegar casi a la desaparición total del contrato primigenio. Un mujer
destrozada por un pasado reciente encontrará felicidad en las miradas de estos
jóvenes, recobrará el instinto maternal que la someterá a un dilema unido al
miedo, difícil de superar, este sentimiento que la embarga y que la asusta, un sentimiento
que anhelaba redescubrir pero consciente de que es y será siempre efímero, de que
antes o después pondrá su bota en el
rostro y el sufrimiento no podrá ser compensado por los días felices.
Silvia
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