El terremoto de Tangshan en 1976 mató alrededor de 300 000
personas. Una apacible ciudad en la que transcurre la vida de un camionero y su
familia. Una noche, la catástrofe golpea la población. El camionero pierde la
vida intentando salvar a sus hijos, que heridos mortalmente, quedan atrapados
bajo los cimientos de la casa en la que vivían. Por la mañana, los equipos de
rescate, en busca de vidas, localizan a los pequeños y su madre deberá tomar
una dura decisión, deberá elegir entre la vida de uno de sus dos hijos. Una
decisión que acompañará el resto de sus días, desde el nuevo principio que
supone vivir con el peso de dos muertes, hasta el último suspiro que pondrá fin
a sus días. La decisión es tomada, y las lágrimas del hijo sacrificado
acompañan las palabras de muerte que resuenan como un eco entre los cascotes
del edificio. Pero el hombre no es infalible y en situaciones de emergencia no
todos son atendidos con las medidas adecuadas y un niño dado por muerto podría
despertarse en medio de los cuerpos tendidos a la espera de una digna
sepultura. Así, vuelve a comenzar la vida de estos dos hermanos. Por un lado,
el hijo elegido que seguirá una trayectoria marcada por el dolor del recuerdo y
protegido por los brazos de una madre que jamás querrá olvidar el pasado. Por
otro lado, comienza la vida del otro hermano. Una vida marcada por el rencor,
el dolor por el rechazo, la huída hacia delante sabiendo que no ha sido el
elegido. Dos vidas diferentes, divididas por una decisión, justa o injusta pero
imposible de ignorar, de evitar. Una feliz familia, rota por las
circunstancias, que se dividirá durante 30 años. En el 2008, otro terremoto
destruirá Sichuan y la historia se volverá a repetir, una historia de
separación que encontrará la oportunidad de reunirse en las mismas
circunstancias que provocaron el inicio de sus nuevas vidas, un Apocalipsis que
para las víctimas de Tangshan significará la oportunidad de desquitarse, de
ayudarse, de enfrentarse a un pasado que todavía no ha sido zanjado.
Silvia
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