Coproducción hispano-suiza para
este film en el que un vendedor ambulante se encuentra en un bosque suizo el
cadáver de una niña asesinada. La policía investiga el caso y se descubre que
no es el primero en producirse en circunstancias similares. Todo apunta a que
el vendedor es el asesino, pero él insiste en su inocencia hasta que,
presionado por la policía, acaba haciendo una confesión para, posteriormente,
suicidarse.
El caso quedaría con ello cerrado
y resuelto, pero uno de los policías, el comisario Matei, no está seguro de que
el asesino fuese el vendedor, por lo que renuncia a su inminente traslado a Jordania y
comienza a investigar por su cuenta los cabos sueltos que quedaron en la
investigación.
Esta historia está narrada con un
lenguaje visual muy preciso, en el que los movimientos de cámara sirven tanto
para ocultar como para revelar datos, en función de las necesidades de la
historia. Destacan los contrapicados y las acciones fuera de cámara, siendo la
visión del director y el montaje casi un personaje más de la historia. Ladislao
Vajda demuestra así su buen hacer, muy desperdiciado en la producción cinematográfica
de la España de la época, en la que para ganarse las lentejas tuvo que trabajar
realizando películas para lucimiento de figuras como Pablito Calvo o Sara Montiel.
La interpretación de su
protagonista, el comisario que continúa a investigar el caso (Heinz Rühmann),
resulta comedida y muy acertada, y el asesino aparece en ocasiones representado
casi como caricaturizando los rasgos de su personalidad, en un estilo narrativo
que recuerda al expresionismo alemán.
Irene
No hay comentarios:
Publicar un comentario