Aurora, una vez más, será la persona que descubra en el
suelo de la cocina, el cadaver de Poppy , que además de una respetable
ciudadana , es también su cuñada. Pero no todo acaba ahí, Phlip, su
hermanastro, se presenta sin avisar en su casa. El chico se ha escapado de casa
y sus padres no saben dónde se encuentra, pero sobre todo, no les gustaría
saber que se está en casa de su hermana, de la que han intentado alejar a su
hijo por cualquier medio al alcance de sus manos. Una impelente cuestión
familiar ha empujado a Philip a tomar tal descabellada decisión y sus padres,
participes de la debacle tendrán que asumir que no está el horno para bollos y
respetar la decisión de su hijo. Aurora que no consigue aceptar de buen grado
su nuevo papel de madre sustituta para Philip, resolverá el puzzle creando una
sintonía agradable que facilite la convivencia forzosa. En cuánto a su relación
con Robin, nubes oscuras se acercarán por el horizonte haciendo tambalear el
equilibrio precario de una relación todavía no madura y que amenaza con
resquebrajarse ante los descuidos del escritor que difícilmente se aleja de una
vida marcada por el éxito editorial y las consecuencias que ello acarrea. Como
siempre Aurora, se propondrá mantenerse distraída buscando la respuesta al crimen
de su cuñada sin sospechar que tal vez se dé de narices con una doble vida que
ella misma ignoraba y que no agrada en absoluto a su conciencia medio burguesa
y anclada en las tradiciones familiares más afianzadas. Por último y como
regalo inesperado ante tanto altruismo que profesa hacia todos los miembros
presentes en una vida entregada a los demás, recibirá una noticia que se
presentará como el preludio de una nueva historia que, muy a su pesar, había
renunciado a experimentar.
Silvia
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