Así empieza lo malo y lo peor queda atrás. El
futuro podría ser más esperanzador que un pasado oscuro o un presente aterrador
o eso es lo que se le propone a Juan mientras trabaja para Muriel, un famoso director
de cine. Como asistente personal participará no sólo de la vida profesional del
maestro sino también de la personal. Como una sombra que observa en el pasillo
lo que ocurre en el matrimonio de Muriel convirtiéndose en el tercer elemento
fatal que desde su escondite improvisado juzga sin entender y comprende lo que desconoce.
Su participación en la vida del matrimonio es tan intensa que se verá mezclado
en los intereses del director desarrollando tareas de investigación sobre el
pasado de uno de sus amigos más íntimos empujando dicha tarea hasta limites
insospechados mezclando el encargo con su propia curiosidad. El peso de la historia
se hará presente pero todo ello no alcanzará a establecer un límite al control
establecido de forma unilateral a partir del momento en el que deseo mal
escondido de un hombre es azuzado con pretextos inverosímiles y lanzados con
toda su fuerza contra su objetivo sin duda y sin vergüenza. Algo malo empezará
cuándo lo peor ya ha quedado atrás, el rencor que se siente ante una vida
modificada por culpa del egoísmo de una mujer que sin darse cuenta ha echado al
traste la felicidad de su marido. El perdón, ese sentimiento tan humano y por
lo tanto tan poco sincero será siempre relativo y condicionado por la situación
más conveniente, siempre subjetivo e incompleto a pesar de que el futuro puede dar
la vuelta a todo lo que podría ser y no fue dando una nueva interpretación a
cada una de las vidas participes de la historia.
Silvia
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