El
Estudio Ghibli, creado en Japón en 1985, tiene en su haber películas muy variopintas
ya que cuenta con diferentes directores en
plantilla, cada uno de los cuales con un estilo diferente. Está por ejemplo Miyazaki Hayao, uno de los directores del Estudio y responsable de Mi Vecino Totoro, La
Princesa Mononoke o El
Viaje de Chihiro, en las que prima la imaginación y los seres fabulosos que
interactúan con las niñas, que suelen ser las protagonistas de las historias. Siguen
también esta línea otros directores de Ghibli, como Morita Hiroyuki con Haru en el
Reino de los Gatos, o Yonebayashi Hiromasa con Arrietty y el mundo de los diminutos.
Están por otro lado
las películas de las que se encarga el otro director del Estudio Ghibli, Takahata
Isao. Es el autor de La Tumba de las Luciérnagas o La Guerra de los Mapaches de Pompoko, filmes con
menos fantasía que los de Miyazaki y marcados por una fuerte melancolía.
En este caso, el director de From
Up on Poppy Hill (que podría traducirse como Desde la colina de las
Amapolas) es Miyazaki Gorō, hijo de Miyazaki Hayao y director de otra película de Studio Ghibli, Cuentos de Terramar. Gorō no sigue los pasos de
su padre, sino que sus películas siguen la otra vertiente del estudio, más realista
y melancólica.
La película está
ambientada en Japón, en los años anteriores a las olimpiadas de Tokio ’64 y cuenta
la historia de Matsuzaki Umi, una niña con cierta vinculación a la Cenicienta , pues tiene
que madrugar y trabajar mucho para encargarse de la casa de huéspedes de su
familia. En esta casa viven Umi, su abuela, sus dos hermanos pequeños y tres
mujeres hospedadas allí. Para ayudarla con la casa de huéspedes Umi cuenta con
la ayuda de una empleada, Tomoko, que hace la compra y lleva la casa cuando Umi
está en la escuela.
La madre de Umi es
profesora y se encuentra en Estados Unidos, y su padre era marino pero falleció
durante la Guerra
de Corea. Él enseñó a Umi el lenguaje de las banderas en los barcos, y ésta se
encarga cada mañana de poner señales en un mástil en recuerdo a su padre, lo
que hace que Kazama Shun, un compañero de escuela cuyo padre también es marino,
se fije en ella.
Y con eso comienza el
chico conoce chica en el instituto, con la casa de los clubs y la lucha contra
su demolición como excusa para que se vayan conociendo y enamorando. Pero todo
cambia cuando Shun se da cuenta de que el padre de Umi podría ser también su
padre, y aquí comienza lo que el propio Shun define como “un melodrama barato”, pues aparecen las lágrimas y la aceptación de
que su amor debe terminar. Aunque, como esta es una película de animación, sabemos
que siempre podemos contar con el final feliz.
Irene
Irene
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