Wolfgang Amadeus Mozart, tenía una hermana, Maria Anna
Walburga Ignatia, música al igual que su hermano pequeño y niña prodigio como éste.
Apodada Nannerl por su familia, vive continuamente en viaje para exhibirse
junto a su hermano y para gloria de sus padres en todos los salones y cortes de
Europa. Una infancia difícil, siempre trabajando, practicando, cantando y
tocando para otros, soñando con la música, existiendo sólo para ella y pensando
sólo en ella sin darle importancia ya que forma parte inherente de la vida, cómo
el aire que respira, como la condición natural de un ser que hasta el momento
no se ha dado cuenta de que la infancia se está agotando y de que cuándo la
inocencia deja de ser una excusa y es necesario salir de entre sus maternales
brazos, todo se derrumba, todo pierde sentido porque no todos los límites se
pueden franquear. No se puede desear ser lo que no se es, no se puede ir contra
natura, no se puede luchar contra una sociedad que establece unas normas
crueles, injustas, emanadas de dios y del rey. Ni tan quiera la imaginación
puede servir como vía de escape, de salvación, de remanso personal y secreto en
el que refugiarse porque al igual que una mujer no puede ser reina de Francia, una
mujer no puede componer música.
Silvia
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