Pobre Franklin Franklin que vive sólo con su perro vestido sólo
con sus calzoncillos preferidos y una peluca púbica esperando que su hermano Bernard, que cada día le manda una
carta, salga del sanatorio mental. En sus ratos libres, que son todos, le gusta
tocar el cuerno alpino mientras sueña con irse a vivir a la lejana Suiza
mientras contempla su mapa en la pared confeccionado con postales que le ha
dado su hermano. Su vecino esta disgustado, le molesta el sonido del cuerno y
el olor pestilente que sale de su habitación en un complejo de cuartuchos
alquilados por días. Franklin no entiende esta hostilidad pero ahora no puede
pensar en eso, tiene cosas impelentes que resolver, como por ejemplo, decidir
que hacer con el cuerpo de su casero que yace muerto en el suelo de su casa. Las respuestas a su
pregunta son varias pero todas ellas le repugnan. Lo más fácil será llevarlo a
su casa y abandonarlo simulando un suicidio. Pero tampoco eso le sale bien a
Franklin, la situación se le escapa de las manos y acaba quemando parcialmente
el cuarto del señor Olivetti. Resuelto el problema vuelve a casa para
deshacerse de la furgoneta y es atacado y robado por un par de drogadictos que
sólo buscaban un poco de diversión. Mientras los ladrones roban y ejecutan al
vecino filósofo-punk de Franklin, este, acuciado por las dudas sobre el estado
de su hermano, no ha recibido su cotidiana correspondencia, decide averiguar
por si mismo que sucede. Una amable enfermera le revela unas cuántas verdades
sobre Bernard mientras le entrega su herencia, un sobre que contiene una llave
que le llevarán a la consigna que contiene su futuro en una caja de cartón.
Mientras tanto, un investigador de incendios rastrea la pista del cadáver quemado
hasta llegar a la puerta de una casa en la que encontrará un par de
calzoncillos y poco más pero su olfato no le engañará como ha hecho su mujer, y
tras lograr averiguar la verdad deseará una vida feliz a nuestro nuevo
compatriota suizo. Plagada de flashbacks que incorporan paulatinamente información
sobre la historia, este demente en calzoncillos nos introduce en una vida de
deshechos sociales en la que ni uno solo de los personajes vive en una situación
tranquila pero que consiguen entusiasmarnos con su mala suerte y que todos juntos
tejen esta historia cuánto menos peculiar y fuera de los cánones del cine
tradicional.
Silvia
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