Primera parte de la trilogía de la venganza.
Es así como el director Chan-wook Park ha bautizado a su obra. Y es que la
venganza, ese sentimiento tan humano que nos acerca cada vez más a nuestra
verdadera naturaleza queda retratada perfectamente en esta serie de tres películas
a modo de tratado. Un estudio del comportamiento de las personas ante
situaciones extremas, una venganza que lleva a otra venganza o simplemente como
en este caso un padre que busca el desahogo que sólo la ley del Talión puede
proporcionarle. Los secuestradores de su pequeña hija le devuelven el cuerpo
inerte de su ángel, ahogada en un estanque del que solían hablar cuándo ella todavía
era un bebé. Las circunstancias son enrevesadas, unos jóvenes que buscan un
poco de dinero para salvar la vida de una hermana sentenciada a muerte por no
poder pagar un transplante de riñón, desafían las leyes de la moral buscando
burdas excusas para cometer un grave delito contra la humanidad, el secuestro
de una niña que todavía no puede entender lo que le está pasando. Pero por
mucho cuidado que tengan y por mucho cariño que le hayan cogido no todo se
puede controlar y los errores son demasiado fáciles de cometer. Fatal y
despiadada se abate la muerte una y otra vez hasta que también llegará a ellos
a manos del ángel exterminador que tampoco podrá descansar en paz hasta que una
sucesiva venganza, esta vez en su contra le limpie la consciencia de dolor y
cierre sus ojos con un cuchillo en el abdomen.
Silvia
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