La pobre Kay ha llegado ya a una edad en la que nada tiene demasiada importancia pero aún así para ella el concepto de una relación entre personas maduras debería ser algo muy importante. Su vida de pareja no la satisface, es más, su marido actúa como si ella no existiese, no hay ningun tipo de afecto que se manifieste en su vida cotidiana, lee el periódico, come, duerme en una habitación separada y ella se siente sola y abandonada. Por este motivo decide contratar los servicios de un famoso psicólogo que ayuda a las parejas y aunque su marido que no cree que necesiten este tipo de ayuda ni de ningún otro tipo la acompaña a regañadientes hasta un pueblecito donde reside este famoso médico. Las sesiones no serán fáciles y ambos tendrán que enfrentarse a una serie de inseguridades y de verdades que afloran a medida que hablan de su relación. Ningún problema tiene una sola fuente pero para poder cambiar, para poder mejorar se necesita la participación de los dos componentes de la pareja, y ésta es la parte más difícil. Aún poniendo todo el empeño recuperar unos sentimientos oxidados que no se habían demostrado desde hacía muchos años harán que la empresa no sea cosa de un par de noches. Y las posibilidades de fracaso son muchas y más si no ponemos especial interés en las indicaciones del profesor, bien por miedo, bien por pudor, la confesión de nuestras más íntimas experiencias no es tarea fácil. Solo el coraje de dos personas que se quieren y que no desean
perderse podrá superar todos los límites de una
existencia aburrida y monótona.
Silvia
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