lunes, 14 de julio de 2014

Las flores del cerezo de Doris Dörrie. (Kirschblüten – Hanami, 2008)


Un film sobre la relación entre la vida y la muerte, la proximidad de los dos estadios que se funden en un solo baile. Un matrimonio alemán Rudi y Trudi viven una vida tradicional en su pueblo natal. Cuando Trudi es informada por los médicos de que a su marido sólo le quedan unos meses de vida, lo convence de hacer un pequeño viaje, aunque lo que le gustaría a ella es viajar juntos a Japón para ver le monte Fuji. Trudi se conforma con ver a sus hijos pero en el transcurso de la visita se dan cuenta de que estos se sienten molestos. Sólo la novia de su hija pequeña entenderá a Trudi y su pasión por la danza Butoh. Entre ellas se creará un lazo de amistad comparable con los lazos que deberían unir a una madre con su hija, sólo ella verá en Trudi la verdadera esencia que se esconde en su interior. Sin embargo, los padres deciden marcharse a pasar unos días en la playa y descansar de todos pero Trudi se muere inesperadamente dejando un gran vacío interior en su marido que no consigue sobreponerse. Decidirá entonces marcharse a Japón y visitar a su hijo que vive allí llevándose todos sus ahorros y la ropa de Trudi para que de algún modo ella también pueda vivir ese viaje. El hijo de Rudi tampoco desea fervientemente la visita de su padre y se lo hará notar en cualquier ocasión. Rudi decide disfrutar de la experiencia y conoce a una joven bailarina de Butoh en un parque de Tokio. Entre ellos se teje una relación hermosa y  tranquila en la que ambos disfrutarán como niños de la presencia del otro. Ambos conseguirán abrir su mente para recibir las aportaciones vitales del otro sintiéndose en muchos momentos como una sola persona. Rudi conseguirá al fin reunirse en un último baile con su mujer, allí donde se encuentre, disfrutando del paisaje enmarcado con un magnifico Fuji que todo lo preside. Relaciones familiares difíciles, padres que se encuentra con hijos ya adultos convertidos en perfectos desconocidos. Afectos filiales sustituidos por personas recién llegadas que podrán entregar toda su alma a unos ancianos que solo buscan un poco de comprensión.
Silvia

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