Dos Coreas, el norte y el sur, hermanos enemistados que ya sólo comparten una frontera en común. Los soldados que cada día vigilan esta frontera deben odiarse los unos a los otros, eso es lo que establecen las normas. Su trabajo consiste en demostrar quién manda en cada lado y defender con su vida la línea divisoria entre los dos países. Pero no se puede pretender que tal proximidad no de lugar también a una costumbre singular. Aburridos de no hacer nada, los cuatro soldados acabarán conociéndose y haciéndose amigos. Todos ellos pasaran noches inolvidables en las que cada uno contará su vida, dando lugar a juegos y diversiones de la que todos disfrutarán como hermanos. Pero por desgracia la situación llega a un punto que no da más de sí y como era de esperar la tragedia se desata al abrir la puerta del pequeño puesto de mando. Como una baraja de naipes los pedazos de la amistad entre estos hombres se desplomará a balazos dando lugar a una investigación para descubrir cuál es la verdad que se esconde tras el silencio de los soldados que sobrevivieron. Una película interesante con dos de las estrellas coreanas más famosas del momento. Nos acerca un pedazo de historia que casi no conocemos y también de sus consecuencias actuales abriendo un puente a la esperanza y al recuerdo de un pasado mucho más rico y fructuoso en el que la maldita barrera no existía y la convivencia era una realidad y no un sueño.
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Silvia
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