Una película complicada, llena de metáforas, y que
probablemente sea toda ella una metáfora sobre la vida y el destino, las decisiones
que tomamos y sus consecuencias. La película se abre presentando a las
marionetas japonesas que dan título a la obra. Sigue una representación teatral
con esas marionetas pero la siguiente escena nos muestra a las marionetas solas
como si hubiesen cobrado vida y tras contarse un secreto al oído se convierten
en espectadoras, ellas mismas, de una escena de la vida humana como si está se
hubiese convertido en el teatro en el que se desarrolla la acción. Empieza así
la primera historia de las tres de las que está compuesta la película, un joven
acepta un matrimonio de conveniencia desencadenando el intento de suicidio de
la chica que ha abandonado para casarse con la hija de su jefe. El corre hacia
ella y a partir de entonces quedarán unidos por una cuerda roja que bien podría
representar el destino del que no pueden desatarse. La segunda historia,
muestra un importante jefe de la Yakuza que intenta recuperar el tiempo perdido
junto a una mujer que continúa esperándolo. En la tercera historia un fan de
una cantante retirada tras un aparatoso incidente toma una dura decisión para
volver a estar cerca de ella. Cada una de las historias tiene un trágico final.
Entre los elementos nacionales que más sobresalen podemos destacar los kimonos
de las marionetas que ya al final visten los protagonistas, una gran presencia
de la naturaleza con los cerezos en flor, ríos, montañas. el paso de las
estaciones. En cuánto al color destaca una tonalidad neutra y de repente un
elemento de color fuerte la rompe, como el coche amarillo, la cabina de
teléfonos verde, la mariposa muerta, las hojas de los árboles en otoño. La
película es lenta pero no tiene secuencias largas pero contiene numerosos
flashbacks e incluso flashbacks dentro de otros flashbacks pero que no
complican la comprensión.
Silvia
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