Pingguo trabaja en una casa de masajes de Pekín. Cuándo sale
del trabajo agotada, vuelve a casa dónde la espera su joven marido. Ambos llegaron
de un pequeño pueblo en busca de una vida mejor y el tiempo transcurre
apaciblemente hasta que su jefe, aprovechandose de una situación ventajosa,
viola a Pingguo. La muchacha aturdida, intenta comprender lo que ha pasado y
pide explicaciones a su jefe que le ofrece unos cuantos yuanes a cambio de su
silencio. Por su parte, el marido, intenta extorsionarlo, a él y a la mujer del
mismo sin obtener grandes resultados a parte de una pequeña y fútil venganza.
El problema se complica, Pingguo se queda embarazada y existen dudas acerca de
la paternidad del niño y por ello Pingguo ha decidido que lo mejor será abortar.
Su marido, ávido de dinero, propone esperar al nacimiento y comprobar mediante
el grupo sanguíneo quién de los dos es el padre y venderlo al jefe si el bebé
es suyo. Más allá de las certezas, el jefe se comportará mientras dure la
gestación como un auténtico padre dejando de un lado al compañero de Pingguo y
a su propia esposa estableciendo un conflicto abierto entre las dos parejas. El
debate está abierto y a medida que pasa el tiempo ninguno de los protagonistas
de esta peculiar historia podrá identificar su papel con claridad. Los roles de
intercambian de hora en hora y ya nadie está seguro de lo que debe hacer en
cada momento. Las estratagemas, los ardides, las intrigas y la avaricia,
presentes en la relación que mantienen durante el embarazo y ya una vez que el
niño ha nacido, alterarán los sentimientos y las convicciones de Pingguo
incapaz ya de decidir quien es el padre y quién es el esposo, encontrando
consuelo y compresión en la persona menos inadecuada y más inesperada. Un viaje
a la capital de la gran China, repleta de pequeños guiños a la ciudad, vivos y
reales que nos muestran con pequeños saltos de escenario retazos verdaderos
de Pekín.
Silvia
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