Un
ex marine atormentado por los recuerdos hasta el punto de no poder soportar la
visión del pasado, con esas imágenes que se le aparecen por la mente en
cualquier situación y que no es capaz de superar por ningún medio al alcance
del hombre acaba colándose en un barco que es propiedad de un eminente psicólogo
que se propone hacer de este hombre su proyecto particular. Las sesiones serán
intensas, particulares y algo excéntricas. Sus fieles seguidores se postrarán a
sus pies y a su terapia sin pensárselo dos veces y sobre todo sin evaluar la posibilidad
de que en realidad este hombre no sea un verdadero psicólogo y que toda su técnica
y todas sus habilidades puedan ser el resultado de una gran habilidad para manejar
y manipular hombres y mujeres perdidos y desesperados en un mundo que no
comprenden y que a su vez no los acepta. A la deriva en una sociedad totalmente
ajena a sus sentimientos y en la que no encuentran ni encontrarán jamás el
lugar que les corresponde. Estas personas se aferrarán con las dos manos a un
hombre que les promete ayudarles a encontrar una vía de escape, una estabilidad
emocional que les permita afrontar el mundo exterior desde otro punto de vista,
el suyo, el personal, el que no está equivocado en relación con la certezas de los
demás. Una hermosa estructura visual, de formas agradables aderezada por la
siempre magistral a la vez que pasional interpretación de Joaquin Phoenix, Único
en la transfiguración de personajes complejos que se desbordan por los cuatro costados.
Sin embargo, el guión no es de los mejores que hemos visto, falta incisión en
los personajes y una historia real que nos consiga envolver y arrastrar hacia
los recovecos mas profundos de mentes alteradas por su propia esencia.
Silvia