Podría haber sido una gran película
británica. Pero todo se queda en la intención. Esperábamos más de lo que nos
han ofrecido, estamos demasiado acostumbrados a sorprendentes historias
originales que despierten una serie de sensaciones en nosotros que nos hagan
salir del sopor en el que nos ha hundido el cine europeo en los últimos años.
Oliver Tate, un peculiar joven persigue dos objetivos en su vida, el primero acostarse
con alguien para así alcanzar el nivel exigido por sus colegas de la escuela y por
otro lado evitar el divorcio de sus padres y si es posible ayudar a recuperar a
su padre la frescura y espontaneidad del que presume haber tenido cuándo era más
joven. Estos intentos de Tate por modificar su vida y la de sus padres estarán
llenos de baches en lo que se podría definir con el descubrimiento del mundo
por parte de un adolescente que se deja llevar por los dimes y diretes hasta
que por fin descubre que acostarse con una chica no puede reducirse sólo a un
acto sexual como pretenden sus amigos y volver a reunir a sus padres cuándo el
problema son ellos mismos no será un asunto que él pueda resolver sino que serán
ellos mismos que a través de sus errores deberán redescubrirse a sí mismos y a
sus parejas. En fin, es una lástima que una película como esta con un buen
inicio y tan buena pinta acabe siendo un muermo para adolescentes.
Silvia