Un tiburón
blanco se convierte en el nexo de este filme. Un pescador llega a la ciudad a
visitar a un amigo suyo y le lleva un raro tiburón blanco en una bolsa para que
lo vea. Su amigo está jugando a las cartas y no va a recibirlo. Mientras espera,
el pescador conoce a un hombre en
un parque y empiezan a ser atormentados por una mujer desquiciada que vive en
la calle. Violada tiempo atrás, pierde a su hijo tras su nacimiento y el olor a
podrido del pescado es el mismo que el de su hijo muerto. Por ello los acosa para
quitarles el que cree ser su hijo. Todos los personajes están relacionados por
los acontecimientos pasados y futuros sin que haya un protagonista claro la
acción se entrecruza en una espiral sin fin. El tiovivo existencial es lo que tienen
en común todos ellos y poco elementos les darán la oportunidad de comenzar de
nuevo. Tras una ducha y con un billete de tren parece que las cosas se perfilan
más claras en la perspectiva de cada uno de ellos.
Silvia
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