Extraño
suceso al que tendrá que enfrentarse esta vez el inspector Wallander. Una madre
de familia ha desaparecido sin dejar huella y nadie sabe como ha sido. Un
marido desesperado que pide ayuda a la policía tras días rezándole a dios para
que su mujer vuelva a casa. Y es que esta propietaria de una agencia
inmobiliaria es el prototipo de buena mujer, religiosa, buena madre, buena
esposa, Wallander no descubre ningún elemento que reprocharle pero todo indica
que ha muerto y la policía tendrá que descubrir en primer lugar porqué, quién
ha sido y sobre todo donde se encuentra el cuerpo. Mientras tanto muy lejos de
allí, en la lejana Sudáfrica un grupo de Boers trama la vuelta al poder y buscan
retomar el control del país negro que, según ellos mismos consideran, debería
volver a manos de la supremacía blanca. Para ello, intentarán provocar el caos
en una nación en el que cualquier chispa puede hacer saltar por los aires la
precaria estabilidad política y social. El plan se elabora lentamente, cuidadosamente,
el asesino elegido será entrenado por diversas manos y en diversas ciudades.
Todo ha sido estudiado minuciosamente, todo menos la variabilidad del
temperamento humano. Un pequeño detalle, un pequeño error del maestro podrá dar
al traste con toda la operación y obligar a los terroristas a empezar de nuevo,
desde el principio, volver a fraguar un plan que se iniciará muy lejos de allí,
en lejana tierras heladas de una Europa que no consigue ni siquiera proteger
sus propias fronteras y un inspector que gracias a su experiencia y audacia
conseguirá recomponer los pedazos del rompecabezas y atar los cabos que unen a
dos países tan distintos, tan lejanos y sin embargo relacionados a través de un
único y misterioso crimen.
Silvia
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