viernes, 13 de junio de 2014

El ladrón de las palabras de Brian Klugman y Lee Sternthal. (The words, 2012)


Un mediocre escritor Rory encuentra por casualidad un manuscrito en un antiguo maletín que su novia le ha comprado en su reciente viaje a París. Rory todavía no ha logrado atraer la atención de ninguna editorial pero es un hombre perseverante y continúa escribiendo. Cuándo inicia a leer el relato del maletín su imaginación lo traslada a la Europa de la Guerra, una hermosa historia de amor que lo atrapa de tal modo que ya no podrá dejar de leer hasta el final. La tentación de copiarlo es demasiado grande para poder resistirse y así entre frase y frase acabará presentando una copia del manuscrito al editor para el que trabaja como recadero. Tras meses esperando una respuesta, por fin es llamado al despacho del mandamás que feliz y esperanzado le comunica que su libro es una obra de arte y será publicado en el acto. Inmerso en la gloria del éxito Rory conoce a un anciano en un encuentro camuflado de casual que afirma ser el autor de ese manuscrito que lo ha llevado a lo más alto. Acosado por los remordimientos Rory tendrá que decidir entre confesarlo todo y perder el éxito y arruinar su vida privada o callarse y disfrutar de lo que la vida le ha regalado. No todas las decisiones tienen una cara y Rory tomará un solo camino del que ya en edad madura deberá contar en las ruedas de prensa a jóvenes promesas del relato con una visión ya más hipócrita y resignada.  Una bella historia que por desgracia se queda en lo superficial. Ejemplos de este tipo son numerosos en el cine y a esta cinta le falta soltura, frescura e indudablemente una interpretación decente que consiga trasmitir el mensaje que persigue. 
Silvia

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