Julien Sorel de origen humilde se esforzará por recibir una educación
prohibida en su clase social a causa de los prejuicios de sus integrantes . Se
convertirá en un virtuoso de amplias materias pudiendo recitar de memoria la
biblia en latín, sin que esto signifique que logre aferrar todo su contenido.
Su predisposición y su ambición le llevarán a escalar poco a poco hacía otros niveles
más elevados y hasta entonces cerrados a personas de su condición. Para ello,
no dudará en seducir a la mujer de su primer jefe hacia la que profesará un
amor verdadero pero que no temerá sacrificar en su camino hasta lo más alto. El
afortunado joven encontrará la ayuda y cobijo de personas confiadas y dulces
que confundirán la inicial timidez del hombre con un espíritu débil y meritorio
de protección y no serán capaces de intuir una mente que prepara naturalmente
intrigas complejas capaces de despistar a los más sabios. Ya en la capital, París,
Julien conquistará a una joven de alta cuna por la que sentirá una especie de
obsesión correspondida que no logra convertirse en ningún sentimiento digno que
les lleve a entablar una relación de afecto perdurable. El orgullo de ambos,
les limitará considerablemente en cualquier acción que puedan intentar llevar a
cabo. Dos seres relativamente insensibles que desearán en el otro sólo lo
deseable por una tercera persona. Ese sentimiento desaparece paralelamente a la
desaparición de un posible competidor. Un juego complicado en su perfidia que
conseguirá que aflore la añoranza hacia personas y relaciones de antaño que no
conseguirán redimirlo con su perdón y su compasión hacia actos viles de cobardía
expresados en violencia física. Sin lugar a dudas, el desenlace de una vida tan
enmarañada, hipócrita y agotadoramente falsa no podrá acabar comiendo perdices.
Silvia
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