No decepciona tampoco en esta ocasión nuestro admirado Kim
Ki-duk. Impactante desde la escena inicial, el cineasta coreano nos arrastrará
hacia el infierno con sus particulares modos violentos con toques de
sensibilidad que atenúan la brutalidad de su estilo más puro. Una hermosa
tonalidad azul acompañaran todas las escenas dándoles una frialdad que nos
pondrán la carne de gallina contrastadas por unos labios rojos de vida, de
muerte. Kam Do es un joven que trabaja para un usurero. Su misión consiste en
recaudar el dinero prestado más los altos intereses a los que someten a los
contratantes. Al mismo tiempo, estos deberán firmar un seguro de vida que
marcará desde ese momento sus vidas. Así, cuándo los deudores no conseguirán
juntar el dinero que deben, Kam Do los someterá a duras torturas y mutilaciones
varias para que así puedan cobrar el dinero del seguro y pagar la deuda
contraída. Un hombre brutal, sanguinario, sin ningún tipo de sentimiento
marcado por un rostro sin expresión, un hombre de pocas palabras que sólo
actúa, hasta que un día descubre que una mujer madura lo está siguiendo. Esta
mujer insiste en ser su madre que le abandonó el día que nació por miedo a
criar a un bebé. Kam Do no la cree, es reticente pero tras varias pruebas,
violencias oscuras y terribles a las que somete a la mujer, que no se rinde en
su empeño, acaba por creerla. Poco a poco este hombre hermético comienza a
abrirse, a hablar, a divertirse, a sonreír y de forma paulatina se convierte en
el hijo de esa mujer a la que no había visto desde hacía treinta años. El amor
que profesa este hombre por su madre llega hasta límites insospechados, el
rencor por la ausencia ha sido superado y substituido por la ansiedad, por la
preocupación de que ella desaparezca otra vez y verse condenado una vez más a
la absoluta soledad. Comienza a forjarse en su interior un sentimiento hasta
ahora desconocido para él, la piedad por sus víctimas. Una piedad real, sincera
que acabará provocando en él la necesidad de abandonar un trabajo del que ya no
se puede encargar. Cuándo todo parece que va bien, cuándo todo marcha sobre
ruedas y Kam Do comienza a acariciar con la punta de los dedos ese estado que
llaman felicidad, su madre sufre una agresión en su propia casa y ese será el
inicio del final. Esa maldita mujer, su madre se encuentra en peligro, pero su
hijo no sabe a quien culpar, no es capaz de localizar a su enemigo, en su
camino encontrará solo a personas incapaces por su culpa de moverse y mucho
menos de cometer algún atropello. Pero alguien está detrás de todo esto, una
figura se esconde tras su sombra, alguien muy cercano a él que ya no tiene
piedad y que hará cualquier cosa para cobrarse el dolor causado por sus pasadas
acciones.
Silvia