Los amantes de los animales entenderán perfectamente lo que
significa perder a ese compañero con el que has crecido, con el que has jugado
y que siempre ha estado a tu lado con esos ojillos alegres y ansiosos de
caricias y atenciones, tan agradecidos y fieles que se convierten en un miembro
más de tu familia, un miembro insustituible que te rescalda el corazón cuándo
llegas a casa y que nunca, nunca te abandonará. La perdida de un amigo es
llorada amargamente, inconsolablemente y deseas desde lo más profundo de tu
corazón que no haya sido más que una broma, que en realidad la mala noticia que
has recibido no sea cierta. Sin embargo en cuánto nos hacemos dueños de ese
dolor, deseamos ardientemente que nuestro compañero vuelva, que no se vaya, que
vuelva a colmar ese inmenso vacío que deja en nuestra vida y los recuerdos de
los momentos felices pasados en su compañía enturbian más aún si cabe la mente.
Y ese deseo, esa gran esperanza de un retorno es lo que ha llevado a Victor, un
joven muchacho introvertido y que ha perdido a su mejor amigo en un fatal
accidente, a ingeniárselas para que Sparky pueda volver a corretear a su lado.
Un experimento peligroso, con tanto éxito como para poner de patas arriba a un
pueblo mojigato y supersticioso, anclado en las tradiciones y en la demagogia,
incapaz de abrirse ante los nuevos descubrimientos y tanto menos ante un
artilugio que devuelve la vida a los muertos que acaban plagando un pueblecito
a la expectativa del gran premio de ciencias que acabará sacando de sus tumbas
a los mejores amigos de todos los chicos que han decidido robar ideas en vez de
crear las suyas propias. Sin duda reflejo de la personalidad de sus padres,
estos muchachos tomarán el camino más corto pero el más peligroso, porque cómo
les enseñó su profesor, en toda ciencia hay que poner el corazón para que tenga
éxito si no nada resultará ser lo que uno esperaba. En blanco y negro y
retomando todo el estilo más característico del ya entrañable Tim Burton, una
historia oscura y tenebrosa pero llena de sentimiento y amor en blanco y negro
y como no con moraleja incluida pero un tanto peculiar y siguiendo siempre el
humor tétrico de su autor.
Silvia
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