El molino y la cruz nos presenta la génesis del famoso
cuadro de Pieter Brueghel “Camino del Calvario” pero, como en la obra pictórica,
la acción se desarrolla durante la ocupación española de Flandes de 1564. La
trama no existe, la narración se presenta como una serie de escenas de la vida
cotidiana de la época en la que cada una de ellas es compuesta con tal perfección
de colores, contrastes que bien podrían constituir el escenario preparado para
ser retratado por un gran pintor. El propio artista participa en la película
mientras nos muestra sus bocetos para la obra en cuestión. Al centro de este
cuadro, en el centro de este universo tenemos en lo alto de una gran roca el
molino que no está solo, el molinero contempla desde las alturas las acontecimientos
que se desarrollan en la parte baja, sin opinión, sin juzgar, se dedica al mero
ejercicio de la contemplación del espacio y de un tiempo que el mismo controla
gracias a el movimiento de las aspas de su molino. El camino que lleva al Calvario
y la posterior crucifixión formarán parte de una serie de escenas preconcebidas
por Brueghel y retratadas también con la máxima perfección plástica.
Silvia
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