lunes, 29 de octubre de 2012

Profesor Lazhar de Philippe Falardeau. (Monsieur Lazhar, 2011)

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Tras la violenta muerte de una profesora de una escuela infantil de Montreal, el señor Lazhar, de origen argelino consigue el puesto vacante y empieza su labor de tutor de unos niños que tienen que enfrentarse a la realidad de la tragedia que ha arañado a todos los miembros de la escuela. La difícil tarea de enseñar y educar en este caso, se convierte en un trabajo todavía más complicado cuanto se trata de llegar al fondo de la mente de unos seres en el inicio de su desarrollo como personas y que no acaban de entender bien ni la situación, ni los motivos que han causado los acontecimientos. Como reflejo del mundo adulto, este mundo también sufrirá, intentará comprender y asumirá unas responsabilidades absurdas ligadas a sentimientos distorsionados fruto de percepciones que no han sido controladas de forma abierta y transparente.  La propia incapacidad de los mayores para entender que los niños no son objetos frágiles a los que hay que proteger y ocultar la verdad, llevará a sobreproteger e ignorar el problema con la desviación de la atención hacia otros temas. El profesor Lazhar intentará derribar el muro del silencio alimentando la esperanza de unos niños que necesitan hablar, discutir, contar lo que han visto y sobre todo ser escuchados, sin más, sin consejeros, sin psiquiatras, sin elaborados y complejos análisis de la personalidad, simplemente alguien que los eduque, aunque algunos padres considerarían que la educación no es la misión de un maestro. La belleza del carácter de un hombre, que ama su trabajo, con un pasado doloroso y violento, que lucha por su vida sin mirar atrás, con la armonía del tiempo que pasa y que todo cura y que te ayuda a salir adelante aunque haya días tan duros que preferirías no tener que mirarte al espejo para no tener que enfrentarte a tu imagen, a la imagen de un cuerpo cansado que no puede soportar la vida y que más que nada preferiría no tener que levantarse de la cama pero que se confronta con su entorno y descubre, con una narración sencilla, cautivadora y sin grandes melodramas, que todo es más fácil de esa manera, que todo pasa y nada se queda, para bien o para mal.
Silvia

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