martes, 28 de mayo de 2013

Young-ja on the loose de Kim Ho-Seon. (영자의 전성시대, 1975)



 
Chang-su conoce a Young-ja en la casa de su jefe. La joven, recién llegada a Seúl y proveniente de una pequeña aldea para hacer fortuna, realiza las tareas domésticas que le son encomendadas. Chang-su se enamora pero no vuelve a ver a la mujer hasta años más tarde cuándo la rescata de la cárcel. En el tiempo transcurrido. Young-ja ha sido violada repetidamente por el hijo de su patrón y culpada de ello, es despedida y echada a la calle. Probará fortuna en otros trabajos, pero nunca conseguirá un empleo estable que le permita vivir. Incluso, la pobre desgraciada sufrirá un grave accidente de tráfico en el que perderá su brazo izquierdo. Hasta que se convierte en prostituta y se reencuentra con Chang-su, la vida será un largo río tumultuoso que la trasportará allá a dónde diga la corriente y es que la joven ya no tiene ningún interés por la vida, sueña con pudrirse y desintegrarse poco a poco y desaparecer de este mundo ingrato que nunca le ha ofrecido la mínima oportunidad. Chang-su intentará formar parte de su vida. Desaconsejado por todos, se obstina en volver a darle motivos para que siga adelante y se convierta en una mujer respetable, pero la joven no ve ningún futuro para él a su lado. Lo abandona una vez más y los años seguirán pasando. Tiempo despuéss, el inevitable y último reencuentro tiene lugar. La nostalgia y la nueva vida de ambos no empaña el momento, un momento sereno y equilibrado que inaugura una nueva época.
Una película de gran repercusión en los años 70 que supo captar la realidad social de muchas mujeres como nadie lo había hecho antes. Las duras condiciones de vida de los campesinos que se trasladaban a la ciudad suponía un reto para cualquier director de la época que quisiera ser portavoz de los cambios sociales. Un retrato tan vivo, carente de autocensura o medias palabras, nos relata el inicio de una nueva cosmovisión de la población que se enfrenta a un periodo en constante evolución. 
Silvia

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