En
una sociedad en la que prima la uniformidad, en la que todos debemos ser,
pensar, sentir, comportarnos de la misma forma que los demás, ser distinto se
convierte en un martirio. Ser distinto por cualquier motivo, por vestirse de
otra forma, pensar por uno mismo, decir lo que uno piensa sin ambages
constituyen motivos más que suficientes para sufrir no sólo el aislamiento, que
bien mirado tiene muchas ventajas, sino ser acosado, insultado, maltratado pero
sobre todo sufrir la ridiculez de admirar como los jueces se convierten en
víctimas de sus propias sentencias. Y este es el caso de Norman. Un niño normal
y corriente que hace lo que hacen todos los niños del mundo, ver la tele, andar
en bici e ir a la escuela. Pero qué es lo que tiene Norman que provoca la ira
de sus compañeros, de la gente del pueblo. ¿Cuál es esta diferencia que nadie
acepta y que todos temen? Pues es muy simple. Norman ve a los muertos, les
habla, los saluda, conversa con su querida abuela muerta y todo esto no gusta a
nadie, porque nadie más que él tiene ese don y por eso hay que hacerle el
vacío. No hay más que ver a su
pobre tío, convertido en un apátrida, expulsado del pueblo, vive como un
ermitaño en el bosque porque posee el mismo don. Pero ese día, todo es
distinto. Momentos antes de morir entra en contacto con su sobrino, al que debe
pedirle ayuda antes de que una terrible maldición caiga sobre este pueblo
compuesto de idiotas violentos. La maldición trae consigo muerte y destrucción,
una maldición que se remota a muchos siglos atrás cuándo la gente todavía creía
en las brujas, cuándo una simple niña podía ser condenada a la hoguera por ser
diferente. Un jurado compuesto por mentes estrechas condena a una pobre chica y
al mismo tiempo condena a todo un pueblo por su infamia, su cobardía y su
ignorancia. Muchos años más tarde, la modernidad, el nuevo siglo, con las
ciencias que desvelan los secretos de la naturaleza, una amplia historia a
nuestras espaldas, tradiciones y pudores superados, pero por lo que parece la
base de la estupidez humana no ha sido capaz de pasar del estadio del hombre
primitivo a un ser evolucionado que cada vez más demuestra ser un zombie a
merced de sus impulsos más bajos.
Diferente
película de animación, sin tabúes que empañan siempre los guiones para el público
infantil. Una mirada abierta y desnuda que ofrece una película para niños y
adultos entretenida interesante y que toca el ya tan de moda tema de los
zombies.
Silvia