Baldasarre, un honesto hombre de negocios recibe por su
piedad y sus buenas acciones un libro, un preciado tesoro buscado y ambicionado
por todos los hombres del mundo, El centésimo nombre de Dios. Un comerciante
que no sólo piensa en los beneficios tendrá entre sus manos el codiciado libro
pero del que es incapaz de acertar su autenticidad, por lo menos hasta que no
disponga de un poco de tiempo para sentarse con calma y leerlo. Y sin todavía
creérselo ahí está, en su tienda, sobre una repisa hasta que un alto dignatario
entra en su tienda y tras la presión de su visita y el interés que este hombre
pone en el libro, Baldasarre se ve casi obligado a regalárselo junto a su
apreciada estatuilla de los dos amantes. Y así de un solo plumazo se deshace de
sus dos objetos más importantes sin darse cuenta siquiera de lo que acaba de
hacer. Sin conseguir hacerse a la idea de la locura que ha cometido.
Arrepentido parte en busca del dignatario para intentar apoderarse de nuevo del
libro. Le acompañarán sus sobrinos participes del error de su tío y una viuda
en busca de pruebas que certifiquen la muerte de un marido del que no sabe nada desde
hace años. Inicia así el periplo de Baldasarre, un largo viaje en el que
descubrirá quién es él realmente, un tiempo para la aventura pero también para
la reflexión. Un largo viaje en caravana por la ya famosa ruta de la seda,
descubriendo nuevas poblaciones, nuevas culturas, familiares para nuestro
comerciante pero que le brindan la oportunidad de abrir un poco más las
perspectivas de su mente. Un viaje narrado en sus cuadernos, en sus diarios que por circunstancias ajenas a su voluntad deberá abandonar en cada lugar en que se hospedará. Cuándo todo parece acabado, cuándo un naufragio y la
muerte del dignatario acaban con las esperanzas de Baldasarre, una buena
noticia llega hasta él personificada en un hombre que ha conseguido comprar los
restos de la nave naufragada. Este hombre, un personaje ilustre en donde los
haya accede a entregarle el libro a condición de que Baldasarre lo traduzca
para él. Sin embargo y a pesar de la buena disposición y del empeño que pone, cada
vez que lo intenta sus ojos pierden la visión. Empieza así a formarse en la
cabeza del comerciante la lúgubre idea de los males que acompañan a este libro,
la muerte, la enfermedad, el naufragio y empieza a preguntarse si realmente
este libro desea ser leído o conocido por ser humano. Un incendio en la casa
del mecenas destruirá su reputación y la posibilidad de continuar con su
misión. Por otro lado, las profecías que anuncian que el fin del mundo está cercano están cada vez más vivas
y para Baldasarre este hecho es ya una certeza cuándo la viuda, convertida en
su amante y embarazada de él descubre que su marido esta vivo y la reclama a su
lado. Enloquecido por la noticia buscará la ayuda de un rico mercader que nada
conseguirá concluir ante la justicia, ya que Marta, la viuda, defenderá la vida
de su hijo sacrificando al hombre al que amaba con todo su corazón. Resignado
aceptará la nueva vida que el rico comerciante le propondrá convencido de que
seguramente a partir de ese momento podrá encontrar un poco de paz para su ya
demasiado atormentado espíritu. Historia, aventura, emociones, todo mezclado y perfectamente amalgamado en una novela histórica que mezcla ficción y realidad en una aproximación a una de las civilizaciones más fascinantes que hayan podido existir.
Silvia
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