Una isla destinada a jovenes delincuentes,
para reeducarlos dicen, para traerlos de vuelta al buen camino. Lejos de la
ciudad, lejos de la civilización, estos jóvenes son confinados en barracones en
los que dormirán y se lavarán. De día se ocuparán de realizar tareas similares
a los trabajos forzados, tratados como animales y comiendo poco y mal. Esa es
la forma que el gobierno ha destinado para educar a los individuos molestos de
su sociedad. Una alternativa a la cárcel, lejos de las miradas de todos, de los
medios de comunicación. Los gerentes de este lugar serán las personas menos
capacitadas para ello, que al igual que idolos totalitarios se creeran dioses
de su pequeñaa isla, omnipotentes, dando rienda suelta a sus instintos más
animales. Y este es el lugar en dónde
unos chicos que han tenido mala suerte en su aún corta vida tendrán que
convivir sufriendo las injusticias de unos déspotas. Pero no todo es negativo
en la isla. Existen aspectos escondidos entre la suciedad que darán un motivo a
los muchachos para salir adelante. La amistad que se establece entre ellos, una
especie de solidaridad que les ayuda a sobrevivir a este infierno cuándo todo parece
perdido, cuándo las esperanzas abandonan a alguno de sus miembros y toma decisiones
desesperadas, alguien habrá que llore sobre un cuerpo destrozado por dentro y por
fuera. Hasta el momento en el que todo explota, una represión que no puede ser
ejercida por mucho más tiempo impunemente, su final llega cuando las injusticias
son insostenibles. El régimen cae con duras consecuencias. Todo el peso del
sistema caerá de nuevo sobre la cabeza de estos niños que correran hasta el último
aliento hacia un horizonte que entre la niebla se perfila como un mundo nuevo.
Óptima respuesta europea a los estereotipados
filmes norteamericanos. Calidad en el guión, en la creación del escenario, la
dirección y la interpretación. Esto demuestra que al interno de nuestro ya
Viejo Continente en todos sus aspectos existe todavía un profundo norte que nos puede sacar las castañas
del fuego con un cine fresco, innovador, interesante sin tener que centrarse en
la inmovilidad de la acción o en temas mortalmente intelectuales que no
entretienen y aburren. En un paisaje gélido y evocador, un tema que no innova
en ninguna de sus vertientes conseguirá sin embargo ofrecer dos horas de cine
de verdad.
Silvia
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