miércoles, 6 de febrero de 2013

THE CAMERAMAN (Edward Sedgwick, 1928)


Esta es una película que se consideró perdida durante muchos años. En 1968 apareció en París algo de material del film, pero muy deteriorado, pero en 1991 se encontró una copia del positivo que contenía casi todo el film, con la que se pudo montar de nuevo añadiéndole los tramos restantes con el material del ’68.
Edward Sedgwick dirige a Buster Keaton, el protagonista de esta historia en la que interpreta a un vendedor de ferrotipos que callejea por Nueva York con su vieja máquina cuando conoce a Sally. Esta es empleada de MGM Newsreels (la sección noticias), que contrata a camarógrafos para que recojan imágenes de los acontecimientos más destacados de la ciudad. Para poder estar cerca de ella, Buster compra una cámara de cine de segunda mano y busca empleo en la empresa en la que Sally trabaja como secretaria, intentando hacer todo lo posible para impresionarla.
La película tiene la historia de Buster y Sally como trama principal, pero por en medio se van entretejiendo los gags humorísticos característicos del cine de Keaton y de la época. Como es normal, algunos se presentan de modo puntual y otros están entrelazados, como cuando se va encontrando una y otra vez con el mismo policía, quien lo sorprende en momentos incómodos para Buster. Esto logra que el espectador al conozca de antemano los momentos hilarantes de la trama al relacionarlos con la figura del policía, y así se consigue acentuar el aspecto humorístico de los mismos.
Cuando el protagonista espera la llamada de Sally, recorre las escaleras del edificio arriba y abajo con un plano continuo a través de los diferentes pisos de la vivienda, con un movimiento de cámara impactante para la época y demostrando la gran forma física del actor, ya que no se producen cortes en la secuencia si no que, al igual que la cámara, Buster se desplaza incansablemente arriba y abajo.
También es memorable la cita de Buster y Sally en la piscina, tanto en la escena de la cabina de vestuario, que Keaton se ve obligado a compartir en un claustrofóbico gag rodado en plano medio, donde los dos hombres forman un lío de brazos, camisas, sombreros y piernas, como en el momento en el que Buster pierde el bañador y deberá buscar una solución para cubrir su desnudez y poder continuar con su cita.
A pesar del paso del tiempo, esta película sigue consiguiendo el propósito para el que fue rodada: hacer reír al espectador y lograr que pase unos momentos agradables con su visionado.
Irene

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