miércoles, 31 de julio de 2013

Todos tenemos un plan de Ana Piterbarg. (2012)

Agustín, un médico de clase media, atrapado en una vida mediocre y tradicional, harto ya de todos los convencionalismos, decide suplantar la identidad de su hermano gemelo tras su fallecimiento. Para ello, vuelve a la isla en la que los dos se criaron y vivieron su adolescencia en busca de la libertad de una vida sin ataduras y sin responsabilidades. Sin embargo, una vez en la isla irá conociendo poco a poco la atmósfera en la que sobrevivía su hermano y la red de criminales de la que formaba parte. Poco a poco y sin darse cuenta empezará a desarrollar comportamientos parecidos a su gemelo o quizá es que siempre habían estado dentro de él y el paisaje agreste y salvaje los está recuperando y colocándolos en su lugar de origen. Dos hombres que comparten mucho más que un parecido físico y lo mismo que se suplanta una reina ya innecesaria en las colmenas de páramo, lo mismo se puede suplantar una persona que ya no tiene nada que aportar. Pero es difícil no localizar el engaño porque por muy pequeñas que sean, las diferencias existen y un contacto prologando ayuda a entenderlo. Una aproximación a un thriller incompleta en la trama, sin incógnitas, sin preguntas, con unos grandes actores desaprovechados caracterizados de forma banal, sin fondo ni forma, impasibles en sus papeles incompletos y que pasan por la historia como fantasmas que se dejan llevar por el río.
Silvia
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