Impresiones
diversas sobre un mismo libro difícil, lento pero que no le resta en absoluto
la grandeza de una obra que nos relata, como ya estamos acostumbrados en los
escritores chinos, la historia contemporánea china a través de las vicisitudes
de una familia de campesinos, los Shangguan. La madre que no consigue dar a luz
un niño, lo consigue tras siete partos. Serán gemelos, Jintong que dará
continuidad a la estirpe y la octava hermana, ciega. Junto a ellos viviremos
todas las situaciones de las hermanas tan diferentes entre sí pero unidas por
una misma madre hacia la que profesan la devoción que la estructura social
espera de ellas. La invasión de los japoneses, los conflictos internos, la Revolución
Cultural, el Gran Salto Adelante con todas sus consecuencias que nos ha ido
relatando la historia. Dada uno de estos acontecimientos golpearán sin piedad a
la familia Shangguan pero el gran pilar de la familia, la madre que nunca se
rendirá conseguirá sacar adelante a sus hijos, nietos, cuñados con una inventiva
sin fin, una fuerte determinación y sobre todo , pase lo que pase, esta mujer
no se rendirá nunca. Una madre que crecerá a un hijo varón consentido y caprichoso
dándole el pecho hasta edad avanzada, un hombre en el que todos han puesto sus esperanzas se
transformará con el elemento débil de la cadena. El hombre que debería
significar la fortaleza en la familia será un simple joven obsesionado con los
pechos que se dejara manejar y vapulear por todas las mujeres presentes en su
vida. Un libro que magnifica la figura materna, eje sobre el que se mueve el
mundo, elemento que trasmite, que hace crecer y mantener al mundo y el pecho
femenino como la fuente del que todos deben beber si quieren salir adelante. Una
prosa aplastante, descriptiva hasta niveles fotográficos que nos trasporta a la
China de otro tiempo gracias a las perfectas ilustraciones que de la pluma de
este escritor brotan como la leche de un pecho materno.
Silvia