John
tiene un hijo que como buen norteamericano ha seguido la tradición familiar y
ahora trabaja para la CIA en misiones especiales. Pero John y su mujer están
preocupados porque hace tiempo no tienen noticias de su hijo. Por eso John
viaja hasta Moscú para entrar de lleno en una persecución por las calles de la
capital rusa en la que prácticamente destruirán toda la ciudad y todo ello para
que su hijo pueda llevarse a un científico ruso buscado por todos y al que
tiene que salvar para conseguir un informe muy importante para la CIA. Pese a
las reticencias del hijo, juntos acabarán trabajando para acabar con un complot
familiar que intenta conseguir todo el uranio enriquecido necesario para crear
armas atómicas. Al estilo de la Jungla de cristal y a tiro limpio y con un
festival de puñetazos y bofetadas, John y su hijo entrarán metiendo caña y
matando a los malos, porque eso es lo suyo. Esta película es un claro ejemplo
que demuestra que los americanos no saben cuándo rendirse y poner fin a sagas
que treinta años después resultan más bien ridículas.
Silvia
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