El
director nos muestra las intenciones del veterano de guerra Kenzo Okuzaki. Destinado
en Nueva Guinea decide pedir responsabilidades del abandono que sufrieron los
soldados al emperador Hirohito. Tras su fallido intento de asesinato, y tras
pasar más de una década en prisión, Okuzaki decide ir con un mujer y su
furgoneta pintada con eslóganes a la casa de el capitán y sargento responsables
de los terribles acontecimientos. Ninguno de los dos está dispuesto a aceptar
de buena gana sus responsabilidades ante el sufrimiento de las tropas pero un
poco de violencia, de esa que tanto le gusta a Okuzaki despertará los
remordimientos y abrirán un poquito su corazón confesando los terribles
acontecimientos que allí ocurrieron. Reconocerán incluso las prácticas de
canibalismo a las que tuvieron que recurrir, única forma de supervivencia tras
la decisión del estado japonés de no enviar más vituallas a los hombres que fueron
prácticamente abandonados y olvidados en esas islas. Un conmovedor documental sobre
un hombre valiente que, de vuelta a Japón convirtió su vida en una causa contra
las mentiras y la hipocresía de un emperador irresponsable y cobarde.
Silvia
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