Un espantapájaros
nos introduce en la primera escena de este filme en la que una pequeña aldea de
Taiwan convive con el invasor japonés. Los campesinos viven en situación precaria,
alimentar a sus hijos se convierte en una misión imposible pero los dos
hermanos protagonistas se inventan de todo para dar de comer a todos los niños
que han tenido. Mientras tanto el ejército norteamericano bombardea los campos
para hacer sufrir aún más a la población pero una de estas bombas no estalla y
el pueblo se encargará de estudiarla y trasportarla hasta los mandamás del
Imperio japonés y rendirles así homenaje. Una triste situación contada desde un
punto de vista divertido, casi cómico que nos hace olvidar de alguna manera los
horrores de la guerra.
Silvia
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