Considerada
como una de las cinco mejores películas japonesas, nos sitúa en el barro del placer
de Shinagawa en 1862. Toda la acción tendrá lugar dentro de un mismo burdel. En
clave de comedía viviremos las situaciones normales del establecimiento, desde
la dura competencia de las geishas por sus clientes, sus artimañas e intrigas.
Conoceremos también al cliente gorrón, que tras haber disfrutado de los
servicios del burdel durante días reconoce que no tiene dinero para saldas su
deuda, convirtiéndose en un empleado de incalculable valor. En ese mismo lugar
los samuráis traman su complot para acabar con el usurpador extranjero, probarán
los nuevos explosivos y conspirarán para acabar con esta gran amenaza a su
poder. Rodada en blanco y negro es
fácil aceptarla y reconocerla como una joya de la cinematografía. En ella
encontramos todos los elementos que hacen de ella una gran obra, fotografía, edición,
dirección, actores, guión, todo ellos tratado con la mágica mano de un director
que ha pasado a la historia del cine como uno de los más grandes.
Silvia
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