Pese
a su inexperiencia el director Babluani consigue una cinta que se ha convertido
rápidamente en un cult. Un joven sin trabajo consigue suplantar a un hombre
muerto por sobredosis en un peligroso juego de apuestas y de muerte del que
apenas sabe nada hasta que es demasiado tarde. Cada escena ha sido elegida
minuciosamente, cada fotograma sigue perfectamente un guión que podría haberse
revelado sangriento pero que en manos de Babluani se convierte en una historia
con estilo que recuerda los antiguos filmes de suspense franceses. De ritmo
lento, pausado, sin revelar ni anticipar ningún acontecimiento antes de lo necesario,
nos lleva tranquilamente por el río de la trama con ese suspense propio de una gran
película.
Silvia
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