Sun-hwa
esta esperando a su novio sentada en un banquillo. Llega tarde y mientras lo
espera ansiosa un hombre se sienta a su lado. Cuando su novio llega Sun-hwa se
levanta y el hombre la besa en la boca. Tras un altercado con su novio y unos
militares que acuden en su ayuda Sun-hwa escupe al hombre en la cara. Unos días
más tarde, la chica encuentra una cartera en una librería, acaba de arrancar la
hoja de un libro de arte y se siente desinhibida. Corre al baño con la cartera
y cuándo sale su propietario corre tras ella. Al alcanzarla quiere recuperar su
dinero, pero según asegura lo que ella le devuelve no es la cifra que él tenía.
Sun-hwa accede a pedir un préstamo para pagar la deuda, todo con tal de que el hombre
no acuda a la policía, pero para pagarlo tendrá que prostituirse. Cuándo llega
al burdel pide que le den tiempo para entregar su virginidad a su novio, pero
este, incapaz de comprender las razones de su novia, pierde la oportunidad de
protegerla. Los hombres le arrancan a su novia de los brazos a bofetadas y así
comienza la vida de prostituta de Sun-hwa. Sus encuentros serán demasiados,
esta chica tiene mucho éxito sobre todo entre los hombres que controlan el
negocio. Parece que todos se han enamorado de ella, sobre todo el más peligroso
es Han-gi, que se revela a la joven regalándole el libro de arte al que ella había
arrancado una página. En ese momento comprenderá el juego e intentará escapar, pero escapar de una
mafia es prácticamente imposible y Sun-hwa acabará resignándose a su nueva
vida. Una tarde en la playa, una joven abandona trozos de unas fotos escondidas
bajo la arena para adentrase en el mar y no volver a salir. Recupera esos
trozos y se los lleva al burdel para recomponerlos y descubrir quién eran pero
falta el trozo de la cara. Su proxeneta será arrestado tras una trifulca con
otro grupo del su misma calaña pero conseguirá salir de la cárcel gracias a la
confesión de otro de sus empleados. Todo cambiará en ese momento y Sun-hwa
conseguirá la libertad de su prisión para poder volver a la playa y descubrir
el último trozo de las fotos que le faltaba. El retrato de ella junto a su proxeneta.
En ese momento entenderá que el destino es uno sólo y acabará trabajando otra
vez para Han-gi pero con unos lazos un poco menos comerciales. Una película
compleja y llena de elementos. Estamos acostumbrados a las alegorías de Kim
Ki-duk y en esta ocasión retoma el tema de la prostitución o lo que el llama el
eterno intercambio entre hombres y mujeres. Para el director coreano todas las
relaciones se basan en el intercambio y en esta ocasión ese intercambio será de
fotograma en fotograma más asqueroso. Si lo que quería era disgustarnos hacia
el acto sexual lo consigue plenamente o, si su interés estaba en mostrarnos la
humillación de la mujer reducida a mero objeto que acaba aplastada por un
sistema machista y misógino también lo ha conseguido. La historia de los
hombres que se enamoran de una mujer a la que han obligado a prostituirse sin
ningún pudor nos hace preguntarnos que es lo que espera la gente para acabar
con ellos. El asco existencial que despierta este film corre paralelo al
desarrollo de una sociedad globalizada que para Kim Ki-duk decididamente no existe.
La violencia siempre presente en su mundo caerá con mano pesada durante toda la
trama. Golpes y cuchilladas de todo tipo adornarán de sangre una historia ya de
por sí macabra.
Silvia
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