Dos vidas unidas por un intercambio de favores. Kang-jae recibirá
un sobre con dinero y Failan un permiso de residencia para quedarse en Corea.
Recién llegada de China se encuentra con una situación que no esperaba y acaba
cayendo en manos de una mafia que contrata matrimonios. A cambio deberá
trabajar para ellos. El primer intento de colocación fracasa, el jefe no quiere
a una chica que parece estar enferma. La segunda propuesta irá mejor. Tendrá
que trabajar como lavandera con una señora ya mayor que tiene su propio negocio
pero que se encuentra un poco descuidado debido a su edad avanzada. La mujer
acepta a la joven con muchas reticencias pero al final le cogerá afecto aunque
casi no hable coreano posee un espíritu transparente y una amabilidad incontenible.
Con el tiempo su enfermedad irá a más y en su soledad intentará salir a flote gracias
a un marido del que sólo tiene una foto. Un marido ficticio contratado por un
grupo al que no le importa nada el resultado de sus acciones. El mismo Kang-jae
es un desecho de la sociedad, acostumbrado a sobrevivir con negocios bastante
oscuros. Pero incluso un hombre como él, sin fe, sin honor y sin pudor encontrará
un poco de humanidad cuándo el triste desenlace llama a su puerta. Reconstruirá
lo que podría haber sido su vida si fuese un hombre normal y sufrirá la perdida
de alguien que en realidad no conocía, de alguien que amaba la idea de su
existencia sin más. Un hombre como él, no puede renunciar a sus compromisos por
un sueño que ha acabado antes de empezar. Un hombre como él debe seguir sus
impulsos hasta el final. Nadie se baja del tren cuándo decide hacerlo. Choi Min-sik nos ofrece
una vez más su lado mas violento, aunque dicha sea la verdad no recordamos ningún
pasado de paz y tranquilidad. Nuestro Old Boy se desenvuelve con gran
naturalidad en su papel de perdido con un punto sentimental, aspecto este último
que por desgracia descubre cuándo ya es demasiado tarde para los dos
protagonistas.
Silvia
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