miércoles, 26 de noviembre de 2014

The host (La huésped) de Andrew Niccol. (2003)


The host (La huésped) cartel
Una especie invasora ha llegado a la Tierra y esta vez es para quedarse. Su objetivo consiste en introducirse en el interior de los cuerpos de los humanos, asentarse y vivir sus vidas. Mientras tanto la vida precedente se apaga poco a poco. No hay espacio para dos mentes dentro de un cuerpo y es así es como la especie humana se ha casi extinguido. Melanie, miembro de la resistencia y cercada por los invasores, decide acabar con su vida. Su decisión podrá salvar a su hermano, escondido tras unos muebles y al que todavía no han localizado. Pero Melanie sobrevive a la caída y su cuerpo será tomado por uno de los huéspedes del otro planeta. Sin embargo, Melanie sigue siendo una muchacha fuerte y no desaparece de su cuerpo original. La huésped, a la que todos llaman Wanderer, forma parte de una especie invasora pero pacífica, no conocen la resistencia ni la violencia pero sentirá curiosidad y no podrá evitar dirigirse, a través de los recuerdos de Melanie al lugar en dónde se esconden los pocos humanos que han conseguido resistirse. Allí, Wanderer descubrirá que a pesar de conocer bien a los humanos, su condición de especie violenta y guerrera, también son capaces de mostrar amor y organizarse para seguir viviendo. Melanie sigue allí, dentro de ella y el dilema que empieza a nacer en su interior le indicará cuál será  la mejor forma para seguir su camino. Un camino que empezó hace más de mil años. Una ficción repleta de errores. Hay que tener en cuenta que esta obra se basa en la novela de Stephenie Meyer, especialista en entretenimiento adolescente, y en este aspecto la película se ha mantenido fiel a este principio pero le falta profundidad. Aunque Melanie este poseída, parece más un robot que un ser de otro planeta, rayando en algunos momentos una cursilería facilona y que no ayuda nada en la caracterización de los personajes. Aburrida desde el principio hasta el final, poco creíble el escondite de los humanos y todavía menos que una especie con tan buen corazón se implante en la Tierra y que nadie los destruya con la cantidad de armas de destrucción masiva que parece ser poseemos.
Silvia

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